Escribe Hernando Guerra García

Es cierto que toda reforma pretende mantener algo del viejo orden, pero también lo es que toda reforma mantiene, sin querer, elementos que no necesariamente quiso que pervivan. La última reforma importante que ha tenido el Perú ha sido la realizada por el gobierno de Fujimori y, desde luego, cumple con lo anteriormente dicho. Esa reforma cambió radicalmente el modelo económico, redimensionó el tamaño del Estado, privatizó empresas públicas, independizó al Banco Central de Reserva, adoptó sistemas de gestión como los organismos reguladores y, por último, hizo una constitución para preservar esas reformas. 

¿Qué se ha mantenido del viejo orden? En primer lugar, el centralismo, que no se revirtió a pesar de un mayor acercamiento al campo y la construcción de miles de kilómetros de caminos rurales; se mantuvieron también prácticas de un estado poco transparente y un diseño de gobierno, en mi opinión, excesivamente presidencialista. Quizá en esto se encuentra el rechazo de muchos al fujimorismo, a pesar de haber pasado ya casi tres décadas.

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