Escribe Sergio Tejada
Nos encontramos ante un escenario de política de trincheras, que se expresa en el uso voraz de mecanismos constitucionales para destruir al rival, con una dinámica de tensión electoral que tiene la forma de un enfrentamiento geográfico. La descentralización ha fracasado. Lo peor de la política contenciosa que ya llevaba un tiempo funcionando en las regiones, se trasladó al escenario nacional: del partido de oposición que compraba el kit de revocación al día siguiente de iniciada una gestión regional o municipal, pasamos a las bancadas parlamentarias que activan procesos de vacancia con la misma velocidad y pocos argumentos.
Quienes lideran estos procesos carecen de respaldo popular. De hecho, los resultados electorales de 2021 y 2022 mostraron una tendencia hacia una menor representatividad de los candidatos elegidos. Hasta aquí, puedo coincidir ampliamente con el diagnóstico elaborado por Gonzalo Banda en su artículo “La contrarreforma populista”.
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