Escribe César Azabache

Al comenzar sus comentarios Gonzalo Banda afirma que “por principio toda reforma quiere mantener la lozanía de la institución o del sistema que quiera reformarse”. No creo que esto sea cierto. Promover una reforma no supone que asignemos lozanía alguna a la forma de ser de las cosas. Tampoco encuentro cierta la segunda proposición de su texto, conforme a la cual las reformas se hagan para revitalizar los viejos órdenes. Creo que Banda admitirá que la abolición de la esclavitud no revitalizó el sistema por segregación y que el voto universal no consolidó el voto basado en rentas e impuestos. Las reformas persiguen el reemplazo de instituciones que se estima caducas o entradas en decadencia. No su conservación.

Ahora bien, los reformismos son, en efecto, institucionalistas y existen, sin duda, institucionalismos conservadores. Se forman entre quienes piensan que las instituciones deben mantenerse en su concepción original, conservarse en ella porque la estiman como temporalmente correcta. Por principio diría, entonces, que ningún institucionalismo reformista es conservador y que los institucionalismos conservadores no son reformistas. Con eso nos hemos quedado en la pura tautología. Pero mi objeción tiene por objeto resaltar que el par competente en esta parte es “reformismo vs conservadurismo”.

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