Escribe Gonzalo Banda
Por principio toda reforma quiere mantener la lozanía de la institución o del sistema que quiera reformarse. No hay reformas para destruir un viejo orden, sino para revitalizarlo. Pero ¿qué sucede si las viejas coaliciones políticas han muerto y las nuevas formas de representación política no pueden nacer?
El problema es que mucho se ha escrito sobre algunas reformas políticas necesarias para que el Perú abandone la situación patente de inestabilidad política, pero poco se ha dicho sobre que ninguna reforma política puede generar (en sí misma) una primavera política espontánea de proyectos políticos que puedan devolver la confianza en la política a los ciudadanos.
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